Hoy en clase, hojeando el libro "Desarrollo de la capacidad creadora" de Viktor Lowenfel, en el que se hablaba del papel del adulto en el desarrollo de la creatividad y de la expresión infantil, me ha venido a la cabeza un cuento muy breve, que leí hace tiempo........
“El niño pequeño” (Helen Buckelin)
Había una vez un niño
que comenzó a ir a la escuela. Él era bastante pequeño y la escuela muy grande.
Una mañana la maestra dijo:
-Hoy vamos a hacer un
dibujo.
-¡Qué bien! pensó el
pequeño.
Le gustaba dibujar y
podía hacer de todo: vacas, trenes, pollos, tigres, leones, barcos…Sacó
entonces su caja de lápices y empezó a dibujar pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, aun no es
tiempo de empezar! Aun no he dicho lo que vamos a dibujar. Vamos a dibujar
flores.
-¡Qué bien- pensó el
niño. Le gustaba hacer flores muy bellas con sus lápices violetas naranjas y
azules. Pero la maestra dijo:
-Yo les enseñare cómo,
¡esperen un momento!- Y tomando una tiza pintó una flor roja con un tallo
verde. El niño miró la flor que había hecho la maestra y la comparó con las que
él había pintado. Le gustaban más las suyas, pero no lo dijo. Volteó la hoja y
dibujo una flor roja con un tallo verde.
Otro día la maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a modelar
con plastilina!.
- ¡Qué bien!- Pensó el
pequeño. Le gustaba la plastilina y podía hacer muchas cosas con ella: víboras,
hombres de nieve, ratones, carros, camiones…y empezó a estirar y a amasar su
bola de plastilina. Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, aun no es
tiempo de comenzar! No les he dicho que vamos a hacer. Vamos a hacer un plato.
-¡Qué bien!- Pensó el
pequeño. Le gustaba modelar platos y comenzó a hacerlos de todas formas y
tamaños. Entonces la maestra dijo:
-¡Esperen! Yo les
enseñaré como.- Y les mostró como hacer un plato hondo.
El pequeño miró el plato
de la maestra, y luego los que el había modelado. Le gustaban más los suyos
pero no dijo nada. Sólo modeló otra vez la plastilina e hizo un plato hondo,
como la maestra indicó.
Muy pronto el pequeño
aprendió a esperar que le dijeran qué y cómo debía trabajar, y a hacer cosas
iguales a la maestra. No volvió a hacer nada el solo.
Pasó el tiempo, y
sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra ciudad, donde el pequeño
tuvo que ir a otra escuela. El primer día la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un
dibujo.
-¡Qué bien!-pensó el
pequeño, y espero a que la maestra dijera lo que había que hacer; pero ella no
dijo nada, solo caminaba de un lado a otro mirando que hacían los niños. Cuando
llegó a su lado, le dijo:
-¿No quieres hacer un
dibujo?.
- Sí- contestó el
pequeño – pero ¿qué hay que hacer?-
-Puedes hacer lo que tu
quieras- contestó la maestra.
-¿Con cualquier color?.
-¡Con cualquier color!
si todos hicieran el mismo dibujo con los mismos colores, ¿cómo sabría yo lo
que hizo cada cuál?-
El niño no contestó nada, y bajando la
cabeza, dibujó una flor roja con un tallo verde.
http://teachincommunity.wordpress.com/2012/09/17/un-cuento-para-maestrs/
Este cuento refleja bien cómo podemos castrar a un niño en su expresión artística y conseguir que no se identifique con lo que hace
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